Formación y apoyo para desmantelar barreras económicas, sociales y culturales.

Colombia. Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP).

El Oriente Antioqueño, como muchas regiones de Colombia, lleva las marcas profundas del conflicto armado. Décadas de violencia han dejado cicatrices en su sociedad, generando desplazamiento, desigualdad y temor. Mujeres y personas LGBTI han sido especialmente vulnerables, enfrentando discriminación y exclusión en múltiples formas.

San Rafael, un municipio ubicado en el corazón del Oriente Antioqueño, ha compartido estos desafíos. Sin embargo, en los últimos años, han surgido iniciativas comunitarias que buscan construir una sociedad más justa e inclusiva.

El proyecto “Contribuir al proceso de acceso al derecho a la tierra, a un medioambiente sano y al empoderamiento y acceso a oportunidades de mujeres campesinas y población LGBTI en el Oriente Antioqueño (Colombia), desarrollado por Asamblea de Cooperación por la Paz, junto con su socia local en Colombia, la Fundación Forjando Futuros y con el financiamiento del Gobierno de Aragón, es un ejemplo de cómo el empoderamiento y la formación pueden transformar vidas y comunidades.

La mayoría de las mujeres que participaron en el proceso formativo viven en contextos rurales y tienen edades entre los 30 y 45 años. Por otro lado, las personas de la población LGBTI que hicieron parte de este proyecto son más jóvenes, con edades entre los 25 y 40 años.

Entre las mujeres que participaron se encontraba Yadira Colorado, una joven de 23 años que vive en la zona rural de San Rafael y enfrenta una discapacidad visual. Cuando inició el proceso, Yadira ya realizaba manillas, pero durante los encuentros comenzó a ganar confianza en sí misma. Los talleres de artes y oficios tuvieron un impacto significativo en su vida.

Otro de los participantes es Dairon Puerta, un joven de 27 años, gay e instructor de baile, especializado en danza folclórica en su municipio. Como miembro del colectivo LGBTIQ Crisálida, Dairon encontró en el bordado en bisutería no solo una forma de enriquecer el vestuario utilizado en los eventos culturales, sino también una oportunidad para desmitificar roles de género y demostrar que las artes manuales no están limitadas por estereotipos. Para él, participar en los encuentros fue una experiencia transformadora:

Esta experiencia reafirma que, independientemente de su identidad o expresión de género, las personas pueden explorar y disfrutar distintas dimensiones de las artes, enriqueciendo sus talentos y ampliando su visión del mundo.

Por su parte, Claudia Leticia Rúa, una mujer de 32 años con discapacidad auditiva encontró en el tejido una forma poderosa de expresión y conexión con las demás personas participantes del proyecto. A través de sus señas, Claudia compartió cómo los talleres le han brindado un espacio seguro para desarrollar sus habilidades y sentirse valorada como persona.

Claudia es cabeza de hogar y vive con sus padres y su hija de 2 años, combinando las tareas del hogar con el trabajo en el campo. Su camino no ha sido fácil, pues entre otros retos, vivió violencia psicológica por parte de su expareja, una experiencia que marcó su vida profundamente. Sin embargo, su participación en el proceso de acompañamiento le permitió reconstruir su confianza, desarrollar herramientas para enfrentarse a estos desafíos y enfocarse en sus propios proyectos.

Durante este proceso, ella y su madre identificaron una oportunidad para transformar y comercializar el zumo de limón, aprovechando los recursos de su vereda. Juntas comenzaron a distribuirlo tanto en la comunidad local como en algunos restaurantes de la cabecera municipal, encontrando una manera de generar ingresos y ganar mayor autonomía económica.

La historia de Claudia es un testimonio de resiliencia, mostrando cómo la creatividad, el empoderamiento y el apoyo comunitario pueden ayudar a superar las adversidades, abrir nuevas oportunidades y construir un futuro más digno y esperanzador.

También en este camino acompañó Marta Aidé, una mujer de 51 años que ha enfrentado situaciones complejas en su vida como ella misma lo menciona

Estas historias reflejan la fuerza, resiliencia y creatividad de las mujeres y personas LGBTI del Oriente Antioqueño. A través de los talleres y el acompañamiento brindado, no solo encontraron espacios seguros para expresar sus talentos y construir confianza, sino también herramientas concretas para transformar sus realidades y las de sus comunidades.

Desde el acompañamiento en el ser, el brindar herramientas en el hacer como el tejido, la bisutería, el bordado, hasta la comercialización de productos locales como el zumo de limón, cada una de estas experiencias muestra cómo el empoderamiento y la formación pueden abrir puertas a nuevas oportunidades económicas, fortalecer la autonomía y desmantelar barreras sociales y culturales.

Más allá de los logros individuales, estas historias son un ejemplo del poder de la comunidad y la solidaridad para superar desafíos, construir inclusión y tejer sueños colectivos en un contexto que aún carga las cicatrices del conflicto armado y la desigualdad.
Al compartir estas voces, honramos su valentía y reiteramos nuestro compromiso de seguir trabajando por una sociedad más justa, equitativa e inclusiva.

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