Zambia. Comité de Solidaridad Internacionalista
El MST, Movimiento de l@s trabajadores rurales Sin Tierra del Brasil es un gran movimiento social que organiza a cientos de miles de familias brasileñas en la lucha para conseguir una tierra en la que vivir, cultivar y producir alimentos saludables. Miles de campamentos y asentamientos en todo Brasil han generado en sus cuarenta años de historia un sin fin de experiencias en la construcción de una sociedad más justa en campos como la educación, la salud, la producción de alimentos, la cultura, la comunicación social o la participación social de mujeres y jóvenes.
Pero el Movimiento no se queda encerrado en el mapa de Brasil y el internacionalismo ha formado desde sus inicios una parte esencial de su estar en el mundo. Ha formado parte y fortalecido numerosas coordinaciones de los movimientos campesinos y sociales en América Latina y en todo el mundo, como la Vía Campesina Internacional o el Foro Social Mundial, pero a la vez ha desarrollado la presencia directa de sus militantes organizados en brigadas, temporales o permanentes, en países como Haití, Timor Oriental, Palestina, Cuba o Venezuela.
En África desplegó en 2007 la Brigada Samora Machel en Mozambique en colaboración con la UNAC Unión Nacional de Campesinos de Mozambique, pasando después a Sudáfrica y desde 2019 a Zambia, donde la brigada fue llamada para poner en marcha una campaña de alfabetización.
Desde Zaragoza, el Comité Internacionalista, con una relación con el MST de largo recorrido, acudió a su llamamiento en 2021 para conseguir bicicletas como apoyo a esa campaña de alfabetización en Zambia: la dificultad en los desplazamientos ocasionaba, en algunos casos, el abandono de los cursos tanto por parte del profesorado voluntario que impartía las clases como por las personas que las recibían.
Se compraron 310 bicicletas, y se reforzó el trabajo de la Brigada. A partir de ahí la colaboración y la confianza desarrolladas llevó a las personas que componen la Brigada, en su mayoría mujeres, a plantearnos la necesidad de nuevos apoyos para ampliar la actuación y enfocar las acciones en las mujeres zambianas aprovechando la ilusión y la capacidad de las personas zambianas que se habían ido incorporando a los trabajos de la campaña de alfabetización. Los campos de trabajo propuestos son algunos de los que más coinciden las experiencias del MST en Brasil, con las necesidades de las comunidades en Zambia: soberanía alimentaria, salud comunitaria y generación de renta para las mujeres.
Elizabeth, trabajadora brasileña del proyecto en Zambia, nos transmite sus reflexiones:
Estar aquí, más allá de las actividades, es estar rodeada en todo momento de muchas oportunidades para aprender. Trabajar con mujeres me enseña cada día, paso más tiempo aprendiendo que enseñando… Es un momento intenso de formación, de reflexión, de construcción de posibilidades de futuro. Estar aquí me permite conectarme con mi pasado ancestral y con mi futuro, como mujer Sin Tierra, como afrodescendiente, como feminista en construcción,… En algunas reflexiones que tenemos en la oficina nos damos cuenta lo potentes que son las mujeres, como son curiosas, como están interesadas en una perspectiva de futuro.
Las mujeres son las responsables de pensar lo colectivo y muchas veces se olvidan de si mismas. El trabajo de empoderamiento de las mujeres también hace ese despertar, despertar de los derechos, despertar de las posibilidades, reconocerse como individuo, más allá de los cuidados de la familia, de los cuidados de la comunidad.
Trabajamos con varias generaciones de mujeres y me doy cuenta que las mujeres mayores son sabias porque siguen aprendiendo mientras enseñan, mientras comparten sus saberes. Las mujeres de mi edad transitan entre el pasado y una perspectiva futuro, entre la tradición y la modernidad, entre tener o no tener hijos, entre conciliar el futuro, el estudio y la familia,… se desdoblan en mil.
Creo que nuestras actividades son pequeñas revoluciones diarias. Cuando hablamos del trabajo internacionalista no estamos hablando de cambiar el mundo de un día para otro, sino de las microrevoluciones que suceden cada día en cada persona. Esas microrevoluciones van desde una mujer que aprende a leer, a escribir, a hacer cuentas. Van desde una abuela, como Teresa, que nos decía que hablar ingles le permite conectar con sus nietos que viven en la capital y ya no saben la lengua local, sólo ingles. Conectar a una familia es revolucionario. Que una mujer abra su propio negocio para vender verduras es revolucionario. Que las mujeres aprendan no solo a hacer jabón sino también que aprendan a cuidar ellas mismas de su higiene y como prevenir las enfermedades, eso es una revolución diaria. Que unas mujeres enseñen a otras mujeres es una revolución diaria. Posibilitar que nuestras acciones inspiren a otras organizaciones, que tengamos peticiones para ir a otros lugares es revolucionario. Me siento realizada a nivel humano, encuentro que Dios me colocó aquí, porque me siento de verdad en un movimiento revolucionario, construyendo pequeñas revoluciones. Me considero verdaderamente útil en la construcción de un mundo mas justo y más igualitario.
El proyecto es más que un proyecto, más que lo que está recibiendo financiamiento. El está transformado vidas está impactando miles de vida, solo con la clínica móvil atendimos a más de cinco mil familias, llegamos a más de 10.000 personas con la donación de cloro. Y eso es muy emocionante y nos trae muchas responsabilidades. Y nos trae la perspectiva de compromiso, porque todavía hay mucho que hacer aquí, sea en la agroecología, con la posibilidad de que las familias puedan producir sus propias semillas, sus propios fertilizantes. Sea en la cuestión de la educación, de la alfabetización: aunque ya hemos alfabetizado a más de cinco mil personas siguen habiendo millones que no saben hablar ingles, excluidas de la vida en Zambia. Hay muchas poblaciones que esperan que lleguemos para avanzar en la comunicación, en la salud, en la cultura.
Me siento en la responsabilidad de deciros lo importante que es esta construcción nuestra entre Brasil, Zambia y España. Vosotros sois responsables, tanto como yo que estoy aquí, de continuar este proyecto que es internacionalista, que es revolucionario, que transciende generaciones, que transciende países, que transciende todas las limitaciones que el capitalismo nos impone.
Os mando mi agradecimiento personal y colectivo y miles de abrazos. La lucha continua.