Ecuador. PROYDE.
Las comunidades amazónicas enfrentan una compleja realidad marcada por desafíos estructurales y ambientales. Entre las principales dificultades se encuentran la falta de acceso a servicios básicos como agua potable, educación y salud, y la constante amenaza de proyectos extractivos y cambio climático con la falta de lluvias que ponen en riesgo sus territorios, su biodiversidad y su modo de vida tradicional. Estas comunidades no solo luchan por sobrevivir, sino también por preservar sus culturas ancestrales y garantizar un futuro digno para las próximas generaciones.
En este contexto, la Fundación Atasim desempeña un papel crucial, actuando como un puente entre las necesidades locales y las oportunidades externas. Su enfoque se basa en trabajar de manera cercana con las comunidades para desarrollar proyectos que respeten y potencien sus saberes y prioridades. Sin embargo, este proceso está lleno de retos. Uno de ellos es equilibrar las expectativas de los cooperantes internacionales, quienes muchas veces tienen perspectivas diferentes sobre las urgencias y prioridades locales, con las demandas reales de las comunidades.
La lentitud de los procesos burocráticos y las limitaciones de financiamiento son desafíos constantes que ponen a prueba la paciencia de todas las partes involucradas. Proyectos que podrían generar un impacto inmediato suelen retrasarse debido a trámites legales o a la dificultad de garantizar recursos sostenibles a largo plazo. Esto genera frustraciones tanto en las comunidades, que esperan soluciones rápidas, como en los equipos de la fundación.
Sin embargo, estas tensiones han dado lugar a importantes aprendizajes y complicidades. A través del diálogo constante y el trabajo conjunto, se han creado relaciones de confianza entre las comunidades y los cooperantes. Este enfoque colaborativo ha permitido que los proyectos se adapten mejor a las realidades locales, logrando resultados que tienen un impacto tangible y duradero.
A pesar de las dificultades, los logros son evidentes. Desde la formación de colectivos productivos y la promoción de prácticas agroecológicas hasta la educación ambiental de jóvenes y niños, los proyectos de la Fundación Atasim han demostrado que es posible generar cambios significativos cuando se prioriza el respeto por la cultura y la autonomía de las comunidades.
Estos avances no solo mejoran las condiciones materiales de vida, sino que también fortalecen el tejido social, empoderan a las comunidades y abren caminos para un desarrollo sostenible que armonice con la preservación de la Amazonía. Así, en medio de retos y complicidades, la Fundación Atasim y las comunidades amazónicas siguen trabajando juntas por un futuro más justo y sostenible.
Recuperar la cerámica, un saber ancestral
En la comunidad de Pumpuentsa, un grupo de mujeres indígenas decidió unirse para recuperar y fortalecer un saber ancestral: la cerámica. Este arte, transmitido de generación en generación, había comenzado a desaparecer debido a la influencia de productos industriales y a la falta de apoyo económico para su práctica. Con el tiempo, muchas mujeres abandonaron esta tradición, pero un pequeño grupo se propuso revitalizarla como una forma de preservar su identidad cultural y mejorar sus condiciones de vida.
El cambio comenzó cuando estas mujeres participaron en un proyecto impulsado por la Fundación Atasim, que buscaba revalorizar las prácticas culturales amazónicas y generar oportunidades económicas sostenibles. Durante los talleres, aprendieron no solo a perfeccionar sus técnicas de modelado y cocción, sino también a incorporar diseños innovadores que conectaran la tradición con las tendencias contemporáneas.
No fue un proceso fácil. En un principio, enfrentaron resistencia dentro de su propia comunidad, donde algunos consideraban que dedicarse a la cerámica no era viable económicamente. Además, la falta de experiencia en comercialización y acceso a mercados más amplios representaba un desafío importante. A esto se sumaron dificultades para conseguir materiales locales de calidad sin dañar el entorno.
Sin embargo, estas mujeres se mantuvieron firmes en su propósito. Con el acompañamiento de la Fundación Atasim, aprendieron a trabajar de manera colectiva, a gestionar recursos de manera sostenible y a crear productos de alta calidad. También se les brindó formación en marketing y estrategias de venta, lo que les permitió posicionar su trabajo en ferias y mercados locales, así como acceder a compradores fuera de la región.
Hoy, el colectivo de ceramistas de Pumpuentsa no solo produce piezas únicas que combinan tradición y modernidad, sino que también ha logrado convertir su arte en una fuente de ingresos estable. Los productos de estas mujeres son reconocidos por su calidad y su conexión con la identidad amazónica, y ahora son demandados en mercados nacionales.
Más allá de los beneficios económicos, el proyecto ha transformado profundamente la vida de estas mujeres. Han recuperado su autoestima, se sienten valoradas por sus comunidades y han creado un espacio de empoderamiento donde comparten ideas, desafíos y sueños.
Isabel Wisuma, lideresa del colectivo: «Este trabajo no es solo para nosotras; es para nuestras hijas y para que nuestra cultura nunca se pierda».